La palabra apapachar es considerada una de las más bellas de nuestra lengua castellana. Es una voz del español de América -de origen náhualt- y define el impulso de tocar, cuidar, curar y abrazar desde la energía del corazón. ¿Y qué debería ser un abrazo si no acariciar con el alma al otro?
Ese tipo de abrazo, desde lo más profundo del ser, es el que hay que practicar, dispensar. Y para que se dé solo es necesario sentir, fluir, emanar de nuestro amor incondicional y retornar a la conexión etérea que nos une con los demás.
Abrazar es algo instintivo, se relaciona por completo con el tacto, con el lenguaje afectivo que dominábamos primigeniamente y que hemos relegado en pos de una modernidad y evolución ilusorias.
Así que empieza a mostrarte tal y como eres, y dale al otro la oportunidad de hacer lo mismo, libérate del miedo a ser juzgada, de la inseguridad, y escucha a tu corazón, no pierdas la oportunidad de establecer relaciones -o apenas un instante- auténticas, no dejes de disfrutar del contacto verdadero con otro ser.
¡Adelante!
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