Seguro que te gusta sentirte querida, que te demuestren cariño, que te traten bien. Pero, y tú, ¿cómo te tratas a ti misma? Quizás crees que esa actitud de dejarte siempre la última y atender antes todo lo demás te confiere abnegación y te hace más digna, es posible que te hayan enseñado eso, que te hayan explicado desde niña que está feo ser egoísta. Sin embargo, no deja de ser esta una postura victimista que te despoja, una vez más, de tu poder. Además de tener graves consecuencias para tu autoestima.
Lo cierto es que no hemos venido a este mundo a complacer a nadie, ni para buscar continuamente aprobación. No olvides la responsabilidad de hacerte cargo de ti misma en aras de la humildad. La anulación enferma, la culpabilidad por no estar siempre disponible no es en absoluto saludable. A veces, ayudar al otro es decirle que no. Y sobre todo, tenlo presente cuando significa lo mejor para ti. Siéntete satisfecha con las decisiones que tomas, resuelve desde tu libertad.
Además, lo que entregues desde el corazón, desde tu poder y tu seguridad te será devuelto con creces. Si haces las cosas por obligación, si das desde un punto de desequilibrio interior, recibes insatisfacción y vacío, te encuentras mendigando atención, ya lo sabes. Solo puedes recibir amor verdadero si tú te lo entregas a ti misma, solo puedes cuidar con autenticidad si tú estás cuidada. Y esto es tanto para tu cuerpo como para tu mente y tu alma. Atiende tus tres dimensiones.
Así que esa es la palabra más adecuada que encuentro, mímate, date mimos. Descubre qué necesitas, solo tú puedes saberlo. Y haz -en todos los sentidos- aquello que te haga sentir hermosa, feliz, sana, nutrida.
¡Adelante!
Deja una respuesta