¿Qué es lo normal?
Dice el Diccionario de la Real Academia: “Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural.”
Acepto que lo normal, entendido como aquello que se ajusta a las normas o reglas, se considere bueno. Pero me niego a admitir que eso sea lo mejor y, mucho menos, la verdad absoluta, la única opción posible.
Es lo más cómodo, eso sí. Seguir el camino que sigue la mayoría nos evita tomar decisiones propias, cuestionarnos lo establecido es mucho más molesto a largo plazo. Sobre todo porque te vas a encontrar con la opinión —y el juicio— de los que te rodean y no se atreven a dejar la senda marcada.
Parece que en el ser humano hay una necesidad casi visceral de opinar, de corregir, de marcar si lo que hace el otro está bien o mal. No desde la reflexión ni desde la preocupación genuina, sino desde el miedo a lo diferente, desde una visión heredada y no desde una elección auténtica y meditada de lo que realmente deseas para tu vida.
Porque la realidad es que la mayoría hace lo que se supone que tiene que hacer. Y cuando el de al lado se sale del guion, se remueve algo incómodo en su interior. Un eco de preguntas no formuladas, de opciones nunca contempladas. A veces, incluso, una punzada de rencor por no haber tenido el valor de explorar otro camino.
Nos enseñaron que la norma protege, que lo establecido da seguridad. Pero olvidamos que esa misma normalidad que hoy defendemos no siempre fue así. Que lo que hoy se considera lógico, en otro tiempo fue impensable. Que lo que ayer era ley, hoy es absurdo. Y que lo que mañana daremos por hecho, tal vez hoy ni siquiera lo imaginamos.
Entonces, ¿qué es lo normal? ¿Lo que se ha hecho siempre? ¿Lo que hace la mayoría? ¿Lo que nos han dicho que es correcto?

Estoy en un punto de mi vida en el que sinceramente creo que el estado natural (lo normal) es el bienestar, el equilibrio. Y que cualquier opción de vida es válida —y respetable— mientras no se haga daño a nadie.
Y ojalá eso fuera lo único que nos preocupase: si estamos siendo fieles a nosotras mismas y si nuestro camino no interfiere en el derecho de los demás a hacer lo mismo.
Ojalá dejáramos de medirnos con reglas que no hemos elegido. Ojalá entendiéramos que no hay un solo modo de vivir bien. Que no hay un solo ritmo ni un solo destino. Que lo único realmente normal, en el sentido más puro del término, es la diversidad.
Y que no hay más verdad que la que cada una se permite descubrir.
totalmente de acuerdo contigo. hoy día la gente opina y juzga con una facilidad pasmosa… entiendo que «lo normal» depende de cada uno y sus circunstancias. y a veces lo que está establecido como tal, solo es una opción más, de entre tantas. un beso!
Totalmente, Aida. Gracias por comentar. Un beso.
Muy bueno!!!! Juzgamos sin medida a los demás y a nosotros mismos. Ambas actitudes son destructivas. Y lo peor es que no siempre somos conscientes de ello. Gracias por tus razonamientos.
Gracias a ti por comentar, Antonio. Seguimos aprendiendo.