Trabajamos cambiando nuestro tiempo por dinero. Al menos así es en la mayoría de los trabajos.
Hay muchos estudios que afirman que el dinero es una de las preocupaciones más frecuentes.
Sin embargo, el dinero es algo que puede atesorarse, perderse, recuperarse. Que depende de nuestro trabajo, del valor que aportamos. Que va y viene. Que podemos controlar, en definitiva.
Mientras que el activo más valioso que poseemos, por irremplazable, es el tiempo. Porque, además, no sabemos cuánto nos queda. No hay más certeza que la del momento presente.
Y aunque tenemos el día lleno de actividades, realmente, ¿cuántas de estas son importantes y aportan valor a nuestra vida?
Quizás habría que replantearse la percepción del tiempo.
Pararnos a pensar cómo aprovechar el tiempo de manera cualitativa para enriquecernos.
Porque la verdadera riqueza es la de tiempo.
Quizás habría que tener en cuenta otra dimensión del tiempo menos apreciada pero no menos valiosa.
Ese espacio de no acción, de disfrute, de contemplación, de creatividad…
El tiempo kairós.
Más allá de los segundos y de los minutos. Más allá del tic-tac incesante de Kronos.
¿Qué tal si empezamos a utilizar el tiempo de verdad a nuestro favor?
- Reflexiono e identifico cómo he aprovechado el tiempo hasta ahora en mi vida. ¿Estoy en el lugar que quiero estar?
- Enumero mis momentos kairós. ¿Cómo podría aumentarlos?
- Defino mis objetivos a corto plazo, teniendo en cuenta el espacio kairós y priorizo aquellos que están alineados con mis valores y mis pasiones, creando experiencias significativas.
- Aprendo a estar más presente en cada momento.
- Invierto en mí misma, en cultivar y desarrollar nuevas habilidades.
- Dedico tiempo a relaciones de calidad. Entiendo que hay momentos de conexión únicos e irrepetibles, los disfruto y los atesoro.
- Alimento mi creatividad y encuentro formas de expresividad personal. ¡Yo escribo!
- Establezco límites sanos, digo que no, no consumo mi valioso tiempo, no llego al agotamiento, dejo ir la sobreexigencia.
Me invito y te invito a comprender el tiempo más allá del tiempo que esta sociedad nos inculca. El de la productividad, el tiempo completo, el tiempo ruidoso, el tiempo para otros, sin tiempo para nosotras y para las cosas realmente importantes y valiosas.
No hacer nada también es una forma de productividad, para nosotras, para ofrecer nuestra mejor versión.
En la vida hay muchas cosas que hacer.
Entre todas ellas, vivir una existencia rica, plena, significativa, en la que cada momento cuenta.
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