Los problemas existen, pero tú decides desde qué actitud quieres resolverlos. Te aseguro que si partes de una postura positiva, los inconvenientes que se presenten en tu camino no te impedirán seguir avanzando.
- Cuando te encuentres ante un problema, toma perspectiva y enfócate solo en lo verdaderamente importante, desecha lo superfluo. A veces, algunas cosas ni siquiera tienen tanta importancia como le damos al principio. O bien lo que hoy nos preocupa tanto, en realidad con el tiempo será una nimiedad. Relativiza.
- Un problema no durará para siempre, todo tiene un inicio y un final. Si te paras a pensar sobre el origen de lo que ocurre, quizás incluso veas con claridad las pautas a seguir para afrontar su solución. En cualquier caso, lo mejor es que te armes de paciencia, con la mejor disposición posible, para que el nudo se deshaga. Tarde o temprano, la fruta madura. Espera.
- Compartir con alguien tu preocupación te aliviará. Una mirada externa, además, puede ofrecerte un punto de vista que te ayude a ver el problema de otra forma. No te cierres.
- Piensa que la vida se manifiesta en un perfecto equilibrio y que oscila delicadamente entre los obstáculos y la fluidez. Y piensa que cuentas con todos los recursos para reparar cualquier dolor o sufrimiento en tu vida. No estás sola, formas parte del Universo infinito. Sumérgete en momentos de silencio para serenarte y pide que se te muestre el camino para tomar las decisiones adecuadas. Confía.
Porque cada día sale el sol.
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M. ÁNGE dice
Pues cada día sale el sol y si no sale debemos imaginarlo.
Tati