Las primeras semanas del año son propicias para plantearnos hacer dieta después de los excesos navideños. Es algo que nos preocupa, los kilos de más, comer sano para preservar nuestra salud. Y está muy bien que así sea, de hecho la alimentación tiene incluso más importancia de la que probablemente le demos, entre las prisas del día a día y los malos hábitos adquiridos.
Sin embargo, tanto o más importante como la dieta alimenticia es la calidad de nuestros pensamientos, nuestro diálogo interno y, en general, las palabras que usamos a lo largo del día. Algo a lo que no solemos prestar atención mientras que, de forma inconsciente, determina nuestra vida.
Párate por un momento a escuchar lo que te dices a ti misma con frecuencia, cómo son tus conversaciones, escribe al final del día un resumen detallado de la jornada y revisa después el número de palabras y expresiones negativas y positivas que utilizas… Porque todo ello habla de cómo es tu realidad, de tu autoconcepto y de cómo percibes el mundo.
Entrenar el lenguaje para llevarlo a lo positivo, a lo bello, puede ser una tarea tan ardua como empezar a hacer ejercicio, y de igual forma tan gratificante cuando observas los resultados. Las creencias y patrones que nos llevan a vivir prácticamente en piloto automático son los mismos que condicionan nuestros hábitos lingüísticos, los pensamientos que acuden a nuestra mente, las palabras que salen de nuestra boca. Y de igual manera que al empezar una dieta solo nos apetece aquello que no podemos comer, pero poco a poco nos vamos encontrando mejor y nuestro cuerpo se acostumbra y hasta rechaza lo de antes, al notar los beneficios de mantener a raya los pensamientos negativos, la tendencia de nuestra mente cambiará.
Te aseguro que en solo una semana de «disciplina» se puede mejorar muchísimo. Y no albergar pensamientos negativos no significa que no podamos tenerlos, sino que hemos de ser conscientes de ellos y dejarlos pasar, sin entretenernos ni permitirles que se alojen en nuestra cabeza.
Además, debemos tener en cuenta desterrar cualquier idea de esfuerzo, lucha, sacrificio, ya que si lo hacemos bajo este enfoque, será así exactamente y posiblemente nos desanimemos, convenciéndonos a nosotras misma (con la voz del ego) de que es demasiado complicado, de que no podemos hacerlo. Nos recordamos entonces que llevamos el control, o mejor dicho la guía, para llegar a nuestra meta, siempre e invariablemente.
Por último, me gustaría que entendieras (o al menos te abras a la posibilidad) que si a día de hoy no estás viviendo la vida que realmente deseas, si sientes a menudo miedo y te hallas sumida en la desorientación, es porque hasta ahora no has sido consciente del poder de tus palabras, porque no has tenido en cuenta la vibración de tus pensamientos y no has hecho caso a la claridad de tus emociones. Y no, no se trata de culpa, sino de responsabilidad, de tomar la decisión de coger las riendas. Puedes empezar por probar la dieta mental, no pierdes nada y seguro tienes mucho que ganar. Eso sí, no olvides los años que llevas creyendo lo mismo (pensando y diciendo lo mismo), ten paciencia, sé amable contigo y no te lo tomes demasiado enserio.
Las leyes que rigen el Universo se basan en la sencillez.
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