Dedicar palabras bonitas a los demás no cuesta nada (o sí, mucho) y tiene infinidad de beneficios, tanto para la otra persona como sobre todo para ti misma. Si piensas que alguien es maravilloso, ¿por qué no se lo dices? Demasiadas veces damos por sentado las cosas buenas cuando convivimos y nos acostumbramos a las cualidades del otro -exceso de confianza-; en otras tantas ocasiones nos sentimos violentos si nuestra relación no es demasiado estrecha -falta de confianza-; y peor aún, si no conocemos a la persona que ha despertado nuestra admiración, nos parece una locura elogiarla. Así que nos perdemos la magnífica y enriquecedora experiencia de decir algo bonito a alguien. Es que simplemente se nos ensancha el corazón, mirar a una persona a la profundidad de sus ojos y expresarle nuestro cariño, resaltar algo que ha hecho bien, ofrecer unas palabras bellas, amables, es indescriptiblemente poderoso.
Por favor, pruébalo. Hazlo con tus amigos y familiares siempre que así lo sientas, y hazlo con alguien desconocido cuando por circunstancias sea adecuado. Un paciente, un alumno, una persona a la que te quedas mirando en la parada del autobús, el panadero… tiene que ser algo que te salga del corazón, que acuda a tus labios y esta vez, en vez de frenarlo, lo dejes salir. Lo he comprobado en más de una ocasión, el otro suele quedar enmudecido, pero el brillo de sus ojos delata que le agrada el reconocimiento, y tu expansión será grandiosa.
Incluso a tus seres más cercanos, ¿cuántas veces les has dicho «estoy aquí para ti» o «eres importante» o «te quiero» o «me gusta como eres»?… Quizás crees que ya lo saben, se supone, la familia, los amigos, para eso están. No, exprésalo. Y si te cuesta siquiera imaginarlo, trabájalo primero por escrito, describe la situación, cómo te sientes, qué reconoces en esa persona, aleja de tu mente todos los prejuicios que puedas tener respecto a esto. Nos han enseñado que es más importante fijarse en lo malo, echarlo en cara para que el otro mejore (dudoso método), que decir palabras bonitas es síntoma de debilidad o de cursilería (y afortunadamente eres mujer), posiblemente tampoco te hayan elogiado nunca y por tanto no te sale. No importa, tu puedes hacerlo.
Piensa en lo que es realmente la vida, en qué es de verdad importante, ¿vale la pena fijarse solo en lo malo, criticar?, ¿estás dispuesta a seguir pasando los días sin expresar la belleza que hallas en los demás?, ¿prefieres que tus seres queridos nunca tengan certeza de lo que sientes por ellos?, ¿deseas un mundo en el que vayamos cada uno por nuestro lado, nos crucemos por la calle y ni nos miremos?, ¿no has sentido nunca gratitud, simpatía, conexión con un extraño? Exprésate. Recuerda, tú puedes hacerlo.
¡Adelante!
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