Solemos usar mucho la expresión «nadie es perfecto», pero esto no es cierto, somos perfectamente humanos y así es como debe ser. Por eso te digo que no necesitas nada más de lo que tienes ahora, el único cambio posible está dentro de ti y es esa variación interna la que conseguirá que tu mundo ideal se plasme en la realidad. Amarte incondicionalmente es el extraordinario camino para ver con otros ojos, primero a ti misma, porque no puedes anteponer la felicidad, ni el bienestar, ni la aprobación de los demás a los tuyos propios. Así que abraza tu perfección en cada momento. Repítete que eres suficiente.
Enfoca tu corazón en la belleza de los instantes, la vida se compone de estos, no importa cuáles sean las circunstancias externas, porque la perfección está en ti. Todo está bien en ti. Cuando alcances esta certeza, se expandirán todas tus dimensiones y dejarás de compararte con otros, de medir tus logros, de competir, de reprocharte cosas. No tienes que esforzarte por alcanzar algo que ya posees, deja de luchar, confía en tu potencial y aprovecha cada segundo de tu tiempo. Ama lo que haces, disfruta con todo, inténtalo poco a poco, sin agobios ni presiones, crea espacio para que esta seguridad se afiance en tu mente. Nunca identifiques tu valor con cosas externas, ni tu aspecto, ni tu ropa, ni tu trabajo, ni tu cuenta bancaria, ni lo que piensen de ti… te definen. Olvídate también de los tengo que y de los debo y cámbialos por lo hago porque quiero. No dejes que tus pensamientos te deriven hacia la insatisfacción, tráelos amorosamente hacia el momento presente y reconoce que todo está bien tal como es, aquí y ahora.
Sueña, visualiza, escribe, respira y siente, no racionalices, solo siente: eres perfecta y suficiente.
¡Adelante!
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