¿Fuiste una niña feliz? Me alegrará saber que sí, que en general guardas un buen recuerdo de tu infancia. Sin embargo, quizás no recibiste por completo el amor que demandabas ni tus necesidades emocionales fueron cubiertas por completo, no fuiste escuchada y sostenida en cada una de tus carencias. Y no se trata de culpar a tus padres, ellos lo hicieron lo mejor que pudieron y te dieron todo lo que creían que precisabas. Tus padres son tus padres perfectos. Pero la transmisión de patrones es inconsciente y cuando siendo adulta se presentan heridas que tu niña interior carga, es importante que las atiendas y las sanes, para que esa parte de ti se sienta segura y aceptada, y por tanto, tú como mujer crezcas y te reafirmes.
Para que tu niña interior sea feliz ahora tienes que validarla, admitir que tu alma está herida -sin culpas ni reproches ni juicios-, entender que ha pasado a ser responsabilidad tuya, que ya no dependes emocionalmente de nadie y que tú decides. Eres tú como adulta la que debe tomar y acoger a tu niña interior. Cuando conectes con ella, puede que el dolor sea más grande de lo que esperabas, pero es ineludible pasar por ese sufrimiento para sanar y alcanzar la plenitud.
Tu niña interior no alberga solo las heridas, también guarda intactos tus dones y talentos innatos, tu esencia pura, y cuando se sienta confiada, protegida, aprobada en sus emociones no expresadas, todo ello brotará como el agua a borbotones. Será tu niña feliz y solo depende de ti.
Aprende a comunicarte con ella y hazlo a menudo. Explora qué necesita para sentirse mimada e ilusionada, libre de miedos. Visualiza y escribe este reencuentro con tu niña interior tantas veces necesites hasta que suceda, hasta que sientas cómo va saliendo de las sombras esta parte de ti. Seguramente no sea fácil, seguramente no sea rápido, pero cuando suceda será simplemente maravilloso. Y tú tienes todos los recursos para hacerlo realidad.
¡Adelante!
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