Me pregunto por qué se llama zona de confort lo que debería llamarse zona de dolor. Y es que estar ahí duele, no se siente bien, es una falsa comodidad, a la que estás acostumbrada, pero que en realidad te produce desazón y vacío.
Creo que esta denominación no es más que un camuflaje, una especie de eufemismo para no nombrar el miedo que subyace, la parálisis que te anquilosa y te impide moverte de donde estás. Porque cuesta reconocer que si estás ahí es porque tú lo has elegido y si sigues ahí es porque quieres, porque encuentras algún beneficio en ello pese al malestar. Tu cerebro, tu cuerpo físico están habituados a los patrones que se producen en esa zona y te obligan a permanecer donde saben que estás a salvo, aunque no seas feliz, aunque te sientas insatisfecha; esa es su función biológica, protegerte. Mientras que la incertidumbre que produce el cambio, aquella otra situación en la que te gustaría estar, aquel sueño que pulula en tu corazón, no lo sabe manejar tu mente, tu cuerpo se contrae y se siente amenazado. Aunque tú sientas mariposas en el estómago cuando lo sueñas. Es más fácil acallar ese bullicio interior que enfrentarte al desasosiego de nuevos patrones que no reconoces como válidos.
Y es por eso que la llamada zona de confort se me antoja como un territorio oscuro, frío, al que te has adaptado, con la falsa idea de que es ahí donde te ha tocado estar, de que no hay un lugar mejor para ti. Sin embargo, todo aquello que imagines, que sueñes, que anheles, puede ser posible, ¿por qué no? Ya sea un gran sueño que conlleve un cambio radical en tu vida o un pequeño cambio que te haría sentirte mejor, solo tienes que dar el primer paso que te lleve en esa dirección. No se trata de poner todo patas arriba de la noche a la mañana, sino de conectar con tu cuerpo energético, de sentir y escuchar tu yo interior, y reconocer que si no te encuentras bien, que si no estás entusiasmada con tu vida, algo hay que debes cambiar. Porque tu estado natural es brillar, es la plenitud.
Imagina por un momento que los sueños tuvieran fecha de caducidad, que llegada esta desaparecieran para siempre y ya jamás los pudieras conseguir. Lo que ocurre es que creemos tener toda la vida por delante, vamos postergando sueños en pos del realismo, de prioridades impuestas, y así nos tomamos toda la vida para decidirnos a alcanzar nuestros sueños o quizás simplemente ese momento nunca llega, los olvidamos, los abandonamos, se mueren.
Hoy te invito a que reflexiones sobre esto, a que observes tu vida, a que te sientas, a que te escuches y te digas sinceramente si tu zona de confort es una región sombría de la que te gustaría salir por cualquier motivo (no hay sueño pequeño o insignificante) Escribe qué beneficios encuentras en permanecer en esa zona y ten la valentía de esbozar siquiera el camino a seguir para elevarte a la comarca de tus sueños. El primer paso es el más difícil, pero es el que te asegura llegar a algo mejor; permanecer donde estás significa un dolor para siempre.
¡Adelante!
M.Ángeles dice
Madre mía!!! A cuántas reflexiones nos pueden conducir estas hermosas palabras. Gracias.
Tati