El otro día escuché a un experto en salud decir que en esta época tecnológica tenemos muchos amigos en las redes, pero que nuestras relaciones no son auténticas. Que somos capaces de establecer contacto con alguien lejano y desconocido y después no saludamos al vecino cuando nos lo cruzamos, por poner un ejemplo. Supongo que se refería a una generalidad, algo que yo misma a veces he pensado, qué significan 500 amigos en Facebook o 1000 seguidores en Instagram, algo superfluo, la verdad.
Sin embargo, también esta tecnología tiene sus ventajas, algunas de las cuales quedan más que destacadas en estos días de no poder salir de casa. Quizás esto nos hará reflexionar precisamente sobre nuestras relaciones, porque es cierto que antes de que se diera esta situación, ya habíamos sustituido en gran medida el contacto real por el virtual. Felicitando a nuestros familiares por WhatsApp en vez de llamarlos, usando el móvil para hablar con otros mientras estamos reunidos con los amigos… Y así, cuando podamos volver a salir y a relacionarnos con normalidad, valoraremos más un abrazo o un apretón de manos real.
Pero incluso yo, que no soy muy partidaria de todo este boom de las redes sociales, que me abrumo ante la cantidad de mensajes e información que se recibe a diario por este medio, reconozco que he conocido a personas maravillosas en el último año y medio, especialmente mujeres. Mujeres impresionantes, valientes, poderosas… que de otra manera no hubiera llegado a conocer. Que contribuyen, de una u otra forma, a que me sienta parte de una tribu, a que me sienta menos rara, con las que tengo afinidades que difícilmente he hallado a mi alrededor.
Y aunque son muchas -ellas lo saben porque suelo mostrarles mi admiración y agradecimiento siempre que puedo- hoy quiero dedicar esta entrada a Cristina, mujer y mamá Delfín. El azar quiso que un buen día nos pidiéramos amistad por Facebook, que empezáramos a hablar precisamente por qué motivos nos habíamos conectado, y de ahí surgió un vínculo especial. Que no quiere decir que estemos siempre en contacto, pero que, cada una en su espacio y en sus tiempos, nos venimos a encontrar mágicamente cuando más nos necesitamos.
Así fue precisamente hace dos semanas. Y como resultado de este reencuentro que tuvimos, Cristina me ofreció poner música y canto a alguno de mis textos. Dejándonos ambas guiar por nuestra intuición, lo que salió fue esta emocionante maravilla.
https://drive.google.com/open?id=1YpRzdI2abYikiO6RGh-bgESPfIRFTxNF
Muchísimas gracias, Cris, de todo corazón. A seguir entregando tan generosamente la energía del delfín en todos tus dones.
Y gracias a todas las mujeres extraordinarias que estoy encontrando en este camino, de momento, virtual, pero tan real.
Cris dice
Muchas gracias Cristina por tus palabras de cariño. Hasta hoy no logré sacar tiempo tranquilamente para leer conscientemente tu regalo. Te abrazo!
CDR dice
Es un placer, Cris. El regalo fue para mí, sin duda. Un abrazo.