Seguramente en estos días estés recapacitando sobre el concepto de libertad.
Ahora no parece que seamos libres, cuando no podemos salir de casa y, por tanto, se nos limitan muchas actividades que hace apenas dos semanas realizábamos tranquilamente.
Sin embargo, más allá de la libertad física o la libertad de movimientos, el concepto abstracto, la libertad como idea nunca nos puede ser arrebatada.
Dijo Gabriela Mistral: «En vano se echa la red ante los ojos de los que tienen alas.» Y así es, el ser humano cuenta con el valiosísimo recurso de su mente. Solo hemos de saber ponerla de nuestra parte. No sucumbir a los miedos, a los pensamientos negativos, y volar allá donde deseemos.
Nuestra creatividad, nuestra imaginación puede salvarnos sea cual sea la situación en que nos encontremos. Y la palabra, ese don inconmensurable que poseemos, tiene una capacidad liberadora increíble que deberíamos saber aprovechar. La palabra, en todos sus sentidos, es nuestra salvación. No todos seremos artistas de la palabra, pero todos podemos ser libres a través de ella.
La libertad, sin duda, podemos alcanzarla entre cuatro paredes. Porque es algo que en realidad está en nuestro interior. ¿Cómo llegar hasta allí? Escribir es un buen camino, directo a lo más profundo de nuestro ser, para confrontarnos, reposarnos y sanarnos. Para liberarnos. Mediante la escritura tenemos la oportunidad de reordenar nuestro caos.
Además, está demostrado científicamente que escribir sirve para disminuir el estrés y reforzar el sistema inmunitario, para equilibrar las emociones y, en definitiva, para mejorar nuestro bienestar e incluso nuestra salud. Todo ello a cambio solamente de nuestro compromiso personal.
Si quieres escribir, puedes. Hasta que no lo pruebes no podrás decir que no funciona. Y si lo haces, de forma regular, consciente y decidida, comprobarás que es cierto.
En estos días estoy acordándome mucho de un libro que leí este verano: «El hombre en busca de sentido», de Viktor Frankl. Una víctima del holocausto nazi que encontró la libertad precisamente en su largo periodo de encierro en un campo de concentración. Lo perdió todo, pero se encontró a sí mismo. Os lo recomiendo para reflexionar sobre asumir la responsabilidad ante nuestra propia vida, ante nosotros mismos.
La decisión está en tus manos. El poder de la escritura también.
La magia existe. Y no es magia.
¡Adelante!
aida dice
MUCHAS GRACIAS POR TUS PALABRAS 😀
CDR dice
Gracias a ti por leerme siempre y comentar. Un abrazo.