Hoy quiero hablarte de algo que cuesta muy poco y vale muchísimo; es la sonrisa. ¿Sabes que hasta incluso aunque no sea espontánea, cuando activas los músculos faciales en ese gesto, tu cerebro empieza a liberar dopaminas y endorfinas, responsables del placer y del ánimo positivo? Así que imagínate lo importante que es sonreír.
Si te ríes es porque te sientes bien, ¿no? Pero piensa que el proceso también funciona a la inversa: si te ríes, te sentirás bien. Aun en una situación complicada, la sonrisa es una estrategia para conseguir tranquilizarte y alentarte, porque de alguna manera engañas a tu cerebro -que no distingue entre la realidad y lo que sientes o imaginas-, por tanto puedes revertir tu ánimo y crecerte incluso en circunstancias adversas. Claro que cuesta hacer eso, pero la práctica lo puede todo, hacerlo conscientemente y ver resultados. Tómatelo como una medicina. Cuando estás enferma y tienes que tomar un medicamento, lo haces aunque no te guste. Por supuesto, puedes llorar, gritar, tienes derecho a no sonreír siempre, pero es un buen remedio y de lo más asequible.
Además, la risa es contagiosa. Y no hablo de esa risa a carcajadas que inevitablemente te arrastra, sino de que el simple hecho de sonreír transmite confianza, optimismo, seguridad, compañía, y pone en funcionamiento las neuronas espejo de quienes te rodean, que se sentirán contagiados de tu risa, de tu energía. ¿Puede haber algo más satisfactorio que generar bienestar en los demás? Da igual que no conozcas a esa persona que te cruzas en la calle, mírala y sonríe. Ve por la vida con esa actitud y notarás el cambio, en ti, en los otros, en las circunstancias.
La sonrisa es un lenguaje universal, es un puente que nos une al resto de la humanidad, es un mecanismo biológico que ya practicamos en el útero materno, es una poderosa herramienta que tenemos de serie. La sonrisa es magia.
Aprovecha y disfruta sus beneficios.
¡Adelante!
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